FIELES POR NATURALEZA


El lo alto de la colina más alta aparentemente todo sigue igual............,

pero algo ha cambiado.


El árbol, testigo de Dios sabe cuantas liturgias secretas, ha caído,...



..........y las golondrinas del refugio escolar

han abandonado el nido







dejándolo vacío.



Después de siete años


sólo creo en la fidelidad de la piedras.






VIAJE EN EL TIEMPO A TRAVÉS DEL ESPACIO

Dos jornadas de viaje alejan al hombre -y con mucha más razón al joven cuyas débiles raíces no han profundizado aún en la existencia - de su universo cotidiano, de todo lo que el consideraba sus deberes, intereses, preocupaciones y esperanzas; le alejan infinitamente más de lo que pudo imaginar en el coche que le conducía a la estación.El espacio que, girando y huyendo, se interpone entre él y su punto de procedencia, desarrolla fuerzas que se cree reservadas al tiempo. Hora tras hora, el espacio crea transformaciones interiores muy semejantes a las que provoca el tiempo, pero que, de alguna manera, superan a éstas.

Al igual que el tiempo, el espacio trae consigo el olvido; aunque lo hace desprendiendo a la persona hunana de las contingencias para transportarla a un estado de libertad originaria; incluso del pedante y el burgués hace, de un solo golpe, una especie de vagabundo. El tiempo, según dicen, es el olvido; pero también el aire de la distancia es un bebedizo semejante, y si bien su efecto es menos radical, cierto es que es mucho más rápido.

LA FELICIDAD NO ES UN VALOR CULTURAL


Paseaba yo al atardecer por la orilla del agua, frente a esas puestas de sol marinas que la literatura y el arte han estropeado para siempre, porque todo el mundo ha conocido estos espectáculos naturales a través de un cuadro o de un poema, antes que en la Naturaleza, y así, el poniente nos remite siempre a un poniente literario. El mar y el atardecer son ya una cosa libresca y da una especie de vergüenza interior amarlos. La cultura, segunda naturaleza, pasa así a ser la primera. Se han escrito libros y poemas para evocarnos el mar, y ahora a la vista del mar, lo unico que evocamos es un libro. No podía vivir todo esto directamente. Entre el paisaje y yo estaba la cultura, estaban las mil referencias librescas al mar y la soledad. Volvía yo cada tarde al reino de las luces y los hoteles, a los encedidos comedores de la cena, frustrado de naturaleza, incapaz de vivir realmente una puesta de sol, secretamente reconciliado con mi civilización y con mi mundo, empecinado de mundanidad para siempre.

Duerme

Autorretrato

Manhattan